domingo, 2 de noviembre de 2014

Menrila: Capitulo 8

Capitulo 8
Estuve toda la semana entrenando día y noche y tengo que decir que mejoré un montón. Clavaba todas las flechas justo en el centro de las dianas y manejaba la espada como nunca imaginé que llegaría a hacerlo. También aumenté mi poder con la naturaleza y todos mis sentidos mejoraron un montón. Fue todo un logro para mí.
Michelle, al menos conseguía clavar las flechas en la diana, a diferencia de antes, y ya no se hacía cortes con la espada.
Lo peor era que estábamos agotadas y decidimos tomar un par de días de descanso. En nuestros días de descanso fuimos a pasear por el pueblo, pero no había nada nuevo que ver. El bosque también estaba más solitario que lo normal.



Faltaba gente, mejor dicho hombres, y daba al pueblo una sensación de vacío. ¡Tenía tantas ganas para que la guerra se terminara! Y eso que todavía no había empezado.
***


Kyle y Feinan seguían con su viaje a Nilanda y mientras tanto preparaban la excusa que le iba a poner Feinan a su padre (el rey) para decirle que no habían encontrado al último elegido.
- Le decimos que hemos buscado en todo el pueblo, en cada casa que había y que también hemos mirado en el bosque, pero que no hay ni rastro del último elegido. –dijo Kyle- ¿Se lo tragará? –preguntó entonces dubitativo.
- No sé –confesó Feinan- pero estoy seguro que enviará a alguien a dar la noticia de que hemos estado allí y no lo hemos encontrado. –hizo una pausa- Espero que Reira no descubra que la elegida es ella.
Siguieron andando, cabizbajos. Había la posibilidad de que los castigaran por no cumplir la misión y alejarse de Segelia. Pero ellos no estaban dispuestos a ponernos en peligro a Michelle y a mí. Tenían que pensar algo para sobrevivir.
- Tú puedes ir a Fandeira. No te dirán nada, eres de allí –le dijo Feinan a Kyle.



- Si fuera a Nilanda tampoco me dirían ni me harían nada, no soy de allí así que no me pueden hacer nada. –aseguró Kyle.- Pero a ti tampoco te harán nada. Tú padre no lo permitirá y tampoco le conviene a nadie que te maten, eres uno de los elegidos.
- Eso espero.
Todavía les quedaba dos días de viaje y aunque los dos estaban hambrientos tenían que aguantar hasta el día siguiente, no tenían mucha comida con ellos.
***


En esa misma noche tuve la pesadilla de siempre pero con algo más. ¡Descubrí la sonrisa del guerrero! Estaba segura de a quién pertenecía, no había otra igual. Era la de Feinan, sin dudarlo. Pero, ¿Qué significaba aquello? El guerrero herido que ahora yacía en el suelo y que peleaba con fuego tenía la sonrisa de Feinan. Pensé que solo sería una pesadilla sin sentido y no le di importancia.



Cuando me levanté Michelle ya tenía el desayuno preparado y me senté al lado de ella.
- ¿Qué tal has dormido? –me preguntó.



- Bueno… con la pesadilla de siempre.
- ¿Por qué tienes siempre el mismo sueño? Es extraño.
- No es siempre igual. Algunas veces se alarga y pasan más cosas –no le quise decir nada sobre lo que soñé hoy y cambié de tema.- ¿Qué haremos hoy?
- Ah, yo tengo que ir a leerles una historia a los niños. Se lo prometí a Luisa. –me hizo saber ella.
Otra vez me quedaba sola sin saber qué hacer. La verdad es que ya me estaba acostumbrando.
- Vale. –entonces se me ocurrió una cosa- no me esperes despierta.
- ¿Qué pretendes hacer? ¿A dónde vas?
- Ya te lo cuento mañana -y salí corriendo con mi arco en dirección al lago. Estaba nerviosa.



***


Mientras tanto Kyle y Feinan estaban en una cueva desayunando. Feinan miraba la flor del puñal y estaba oyendo mi corazón acelerado por el motivo de estar corriendo y estar nerviosa. Kyle lo miraba.
- Está bien –dijo- no te preocupes. –Feinan asintió.

Recogieron la comida que sobró y siguieron con su camino. A lo lejos Feinan ya podía ver la bandera del castillo pero Kyle no la pudo ver hasta que llegaron a la entrada del pueblo.
- Ya hemos llegado –dijo Kyle suspirando.
- Venga, que saldremos de esta –lo animó Feinan con su sonrisa de siempre. Kyle al verla se relajó un poco.
Se encaminaron a la “casa” de Feinan, al palacio. Pero entonces éste se paró de golpe y…
***


Yo ya llegué al lago y me derrumbé en el suelo, justo donde los habíamos encontrado. Miré al lago… hacía tanto calor… que me encantaría darme un baño allí mismo. Había leyendas sobre aquel lago, algunos decían que estaba maldito y otras que era maravilloso. Me quedé dubitativa, pero al final la tentación me venció. ¿Las leyendas solo son leyendas, no?
Me desnudé y me metí en el lago. Apuesto a que sería la primera en hacerlo. El agua estaba templada, muy relajante. Cerré los ojos y me quedé flotando. Se me vinieron un montón de recuerdos a la cabeza: De cómo de niña le robaba pan al panadero para darle a un gatito callejero, de cuando conocí a Michelle, cómo construí con mi hermano una casita de madera torcida, de cuando mi abuelo me llevó por primera vez al monte, cuando mi hermano me hizo el arco… todos los recuerdo era buenísimos y el último fue el que me hizo derramar una lágrima: el beso de Feinan.
Entonces deseé con todas mis fuerzas verlo, cómo estaba ahora, dónde se encontraba… pero pensé: los deseos siguen siendo deseos. Me dispuse a salir de aquel lago encantado cuando me paré en seco al ver…



***
Mi deseo se cumplió: vi como estaba Feinan delante de un castillo con Kyle al lado y con los ojos como platos.



Pero lo que yo no sabía era que el también me vio a mí en aquel mismo momento.
***


- Fein, ¿te pasa algo? –le preguntó Kyle entonces, pero no le respondió- ¿Feinan?
- Ostras –dijo éste alucinando- Vaya.
- ¿Qué pasa? –dijo Kyle preocupado- ¡Feinan! –y le dio un codazo.
- ¡Kyle! ¡No me distraigas! –le dijo Feinan mosqueado y despertando de la visión- ¡Ya la he perdido de vista!
- ¿A quién?- preguntó Kyle sin poder entender nada.
- ¡A Reira! –chilló Feinan.
- Pero, ¿Qué dices? –dijo Kyle aún más extrañado.



- La he visto, Kyle. –dijo Feinan con una sonrisa amplia- Estaba en aquel lago que tú me dijiste que no lo tocara y estaba… desnuda –añadió ampliando la sonrisa.



- Creo que estas delirando. Vamos. Necesitas tomar aire fresco.
- ¡No estoy delirando! –protestó Feinan. - ¡y no necesito aire fresco!
- Pues entonces entremos a tu “casita” –dijo Kyle con sarcasmo.
- El peor sitio que existe. –añadió Feinan y entraron al castillo.


***
Antes de que me diera tiempo a despertarme del sueño, el agua empezó a congelarse y salí corriendo de allí.
Me vestí y me quedé mirando el lago ahora congelado. Era muy raro. Hacía un calor que no se podía aguantar y el lago se congeló. Si no lo hubiera visto, no lo creería.
Luego aparté la vista del lago y la clavé en el árbol más gordo que había. De pequeña, solía jugar en aquel árbol imaginándome que era una gigantesca torre. Al recordarlo, sonreí sin querer. Todo era más sencillo cuando era pequeña. Todo era un juego para mí, a diferencia que ahora.
Me tumbé en el suelo y me quedé dormida. Pero me desperté de repente al oír un corazón latiendo.
- ¿Quién anda ahí? –pregunté firmemente. Nadie me respondió.



Oí algunas hojas moverse y el latido era más fuerte. Entonces noté un olor familiar, descubrí quién era.
- Jaden, sé que eres tú. ¿Qué haces aquí?
- Ahora mismo hablarte. Antes observar cómo dormías.
- ¿Por qué? –le pregunté secamente.
- Porque quiero decirte algo y no encontraba ni el lugar ni el momento adecuado.
- ¿Y cómo has descubierto que estaba aquí? –La verdad es que me preocupaba más cómo lo descubrió que lo que quería decirme.
- Porque te conozco desde pequeño. –sí, mucho antes de convertirte en un imbécil ligón, pensé.
- ¿Qué quieres decirme? –decidí preguntar sentándome en el suelo. Él también se sentó.
- Iré al grano, sé que no te gusta que ande con rodeos.
- La verdad es que me da igual, tengo tiempo. –estaba tan aburrida que no me importaba escucharle. Tenía tiempo de sobra hasta la puesta del sol.
- ¿Y cómo es que tienes tanto tiempo? ¿Dónde está ese admirador tuyo?
- ¿De qué hablas?
- Tú ya sabes de que hablo. Hablo de ese Fe-so sé qué.
- Feinan –le dije claramente. –a tenido que volver a su pueblo. –al recordarlo noté una punzada en mi interior y la tristeza se apoderó de mí.



- Ya veo que no quieres hablar de eso –dijo entonces y me quedé asombrada. Nunca había hecho el menor caso a mi estado de humor y ese día lo hizo, para mi sorpresa. –no pretendía… -lo interrumpí.
- No pasa nada. ¿Cómo es que te has dado cuenta?
- ¿Cuenta de qué? –me preguntó sin saber a qué me refería.
- De mi cambio de humor. Antes te daba igual.
- Justo de eso quería hablarte. Quiero decirte que ahora ya no me da igual, que me importas. Y te quería pedir perdón por haberme comportado cómo un imbécil.
No sabía qué decir. Estaba dispuesta a perdonarlo pero no ha volver con él. No me apetecía ser el perrito faldero de un chico que se pone a ligar con la primera que encuentra en la calle.
- ¿Qué dices? -me preguntó.
- ¿Qué quieres que diga? –le pregunté sin saber qué más decir.
- Que me perdonas, al menos... –me dijo mirando al suelo. Hacer eso no era típico en él. Siempre mantenía la cabeza bien alta.
- Te perdono, pero ¿Qué quieres decir con ese “al menos”? –me quedé confusa. Él me sonrió, pero su sonrisa no era tan asombrosa como la de Feinan.
- Oh, por ahora me conformo con eso –sus palabras fueron demasiado egoístas y quiso corregirse- quiero decir, me alegro de que me perdones y quiero que sepas que me pareciste la más guapa de la fiesta. Nada más.
- No sería para tanto... –el cumplido me hizo enrojecer un poco.
- Sí lo es –dicho eso se levantó y se dispuso a irse. –te dejo con tu querida intimidad.
- Espera. –no quería que se fuera todavía, antes de preguntarle una cosa. Entonces dio media vuelta y se quedó mirándome.
- ¿Me podrías hacer un favor? –hizo un gesto de afirmación- ¿Me podrías ayudar a entrenarme?
- ¿Quieres que te entrene yo? –me preguntó extrañado.

- Sí. ¿Por qué no? ¿No serás tan malo, no?
- ¿Yo malo? Imposible. –dijo en broma- si quieres, lo haré.
- Gracias.






Escrito por: Seira Vela

Todos los derechos de autor reservados. Se prohiben copias, parciales o totales, de la historia. Tampoco adaptaciones.


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