Capitulo
5
A
la mañana siguiente, yo fui la primera en despertarme. Tuve el mismo
sueño de todas las noches pero esta vez fue más largo. El joven que
combatía resultaba herido y yo intentaba salvarlo. No me gusto cómo
terminó, porque nada más aparecer yo, me desperté.
Fui
a la cocina pensando en el sueño y me quedé entretenida con la flor
que había en el tiesto. La hacía crecer y luego la devolvía a su
tamaño original. Lo hice un montón de veces hasta que apareció
Kyle y me sacó de mis pensamientos.
-
Ah… Buenos días Kyle.
Empezamos
a preparar el desayuno y se me cayó una taza preciosa al suelo, se
hizo añicos. Kyle puso los ojos en blanco y supuse que pensó: vaya
desastre que es. Pero en realidad lo que pensó fue: es igual que
Feinan.
Decidí
que tenía que arreglar la taza, pero no tenía nada con que hacerlo.
Se me ocurrió envolverla con raíces para sujetarla y luego para que
quedara más bonita, hice crecer una flor dentro del cristal. Así
parecía que eran cristales incrustados. Quedó preciosa, incluso más
bonita que antes.
-
A quedado estupenda –me elogió Kyle. Yo le sonreí.
Entonces
aparecieron los demás y empezamos a desayunar. Mi madre estaba
entusiasmada porque hoy era la fiesta y estuvo hablándonos de todo
lo que iba haber y de lo bien que íbamos a pasar. Cuando terminamos
de comer, me dijo que le acompañara a su cuarto. Allí, me enseñó
un vestido precioso. (Yo no soy muy de vestidos, pero aquel era
precioso).
-
Este vestido es el que llevé yo cuando tenía tú edad, Reira. Me
gustaría que te lo pusieras hoy. ¿Sabes? Nuca se vuelve a tener 16
años. Aprovéchalo –me dijo melancólica.
-
Oh, mamá es precioso. Muchas gracias –y la abracé.
-
Pero, ¿Me podrías hacer un favor? –cambió de tema.
-
¿Qué favor?
-
¿Me podrías plantar zanahorias en la huerta? Lo harás en seguida.
Gracias.
No
me dio tiempo ni de responder. Aunque me daba mucha pereza, tenía
que ayudarlas.
Fui
a la huerta y como Michelle, Feinan y Kyle no estaban, supuse que
habían ido al pueblo. Empecé a plantar zanahorias y a cantar.
Cuando terminé de hacerlo, alguien empezó a aplaudir. Miré hacia
atrás y vi que el que aplaudía era Feinan.
Le
miré como diciendo: ¿Por qué aplaudes?
-
No cantas mal –me dijo. Aunque preferiría que me dijera: cantas
bien. Pero él no era así.
-
Oh, gracias. –le agradecí su “cumplido” y después de un
silencio incómodo le pregunté- ¿Dónde están los demás?
-
Se han ido al pueblo. Michelle dijo algo sobre ir a casa del lechero
y no sé qué más.
Me
extrañó que él no fuera con ellos también, mejor dicho, me
extraño que se separase de Kyle. Siempre estaban juntos.
-
¿Por qué no has ido con ellos? –le pregunté.
-
¿No quieres que esté aquí? –dijo, interpretando mal mi pregunta.
Y su sonrisa desapareció poco a poco.
-
Yo no he dicho eso –dije con una sonrisa mientras la de él
reaparecía deslumbrante como antes.
Otra
vez otro silencio incómodo.
-
¿Quieres ir a algún sitio? –me preguntó.
-
¿Qué sitio? –no tenía ni idea de dónde querría ir Feinan.
-
No sé. Yo no soy el que vive aquí.
-
Pero me lo has preguntado tú. Y además, aún viviendo aquí, no sé
a dónde te gustaría ir.
-
Descubrámoslo. –y nos echamos a andar.
Dimos
vueltas y más vueltas alrededor del pueblo hasta que nos adentramos
en el bosque. Fuimos al lago, justo donde los conocimos hace dos días
y nos sentamos en un tronco. Una vez más, un silencio incómodo.
De
pronto, oímos unos pasos detrás de nosotros. Nos giramos para atrás
(los dos a la vez) y nos levantamos. Feinan puso su brazo delante de
mí con la intención de protegerme pero yo la aparté. No necesitaba
que nadie me protegiera.
-
Quédate aquí –me ordenó.
Yo
no quería quedarme allí pero le hice caso hasta que se alejo.
Entonces me subí al árbol y saqué mi cuchilla (por si acaso). Vi
que por ahí andaba un ladrón, estaba armado, y Feinan estaba
bastante cerca de él, sin ningún arma.
El
ladrón se percató de la presencia de Feinan y se abalanzó sobre él
sin pensarlo dos veces. Sacó un puñal e iba a clavárselo en la
espalda pero Feinan se enteró, se dio la vuelta y paró el ataque
sujetándole la mano. Cayeron al suelo y seguían peleando. Yo, tenía
que hacer algo para ayudar a Feinan y decidí lanzarle la cuchilla al
ladrón. Se le clavó en el pecho y quedó inmóvil.
Feinan
hizo un gesto de tranquilidad y suspiró. Luego me dijo:
-
Gracias. –y me sonrió- Aunque le ganaba igualmente. –añadió.
-
No sé yo… -dije recuperando mi cuchilla del pecho del ladrón-
estos ladrones son de lo peor. Deberías ir armado con algo como esto
–le quité al ladrón su puñal y se la entregué a Feinan
–prométeme que lo llevarás siempre contigo, no tengo ganas de
volver a salvarte.
-
No será un trabajo tan duro –bromeó- pero vale, te lo prometo y
gracias -luego miró al ladrón y preguntó -¿Qué hacemos con
éste?
-
Dejarlo aquí. No será el único. Además, es legal matar a estos
sin alma. O como yo lo digo: no hay latigazos por deshacerte de estos
sin sangre. –se rió un poco (demasiado poco) y luego me preguntó:
-
¿Por qué los llamas “sin sangre”?
-
Porque cuando los matas, casi no derraman sangre. Mira –y le señale
al ladrón.- Hay una leyenda que lo explica. –le informe.
-
Has dicho “cuando los matas” ¿Cuántos has matado?
-
Este es el primero, pero he visto como lo hacían otros.
Nos
quedamos un rato en silencio y luego decidimos volver a mi casa.
-
Eres la única chica que conozco que sabe “defenderse” –comentó
cuando íbamos de camino a mi casa.
-
No, justo lo contrario. –y me sonrió.- Nunca imaginé que una
chica que cantara tan bien pudiera matar a un “sin sangre”.
Me
acababa de decir que cantaba "tan bien"… y me ruboricé.
(Me resultó patético lo que me pasó).
-
Lo que has dicho no tiene sentido –le dije sinceramente apartando
mis pensamientos.
-
Sí lo tiene. –luego se explicó- Quiero decir, una persona no
puede ser tan dulce y tan… ¿violenta?, al mismo tiempo.
Yo
le miré con cara como diciendo: ¿Qué me has llamado?
-
Olvídalo –me dijo con una sonrisa torcida.
-
Lo que tú digas, ya hemos llegado –y entramos dentro de la casa.
Allí
nos esperaban todos para comer. Nos sentamos junto a ellos y
charlamos un montón. Luego nos preguntaron qué hicimos nosotros
toda la mañana y respondimos diciendo: andar por ahí. Yo no quería
decirles lo del ladrón porque si no, les daba un ataque de los
grandes.
Terminamos
de comer y yo me dirigía a donde estaba mi perrita cuando mi madre
me detuvo.
-
Pero mamaaaa, todavía son las tres y media y la fiesta no empieza
hasta las siete y media, además, Neylin –mi perrita- ¡no está
sucia! Así que no me ensuciaré. –le aseguré.
-
Conociéndote, lo harás –intervino Feinan.
-
Tú de qué lado estás –le dije haciéndome la enfadada.
Entonces
mamá empezó a dar un discurso lago de los suyos.
-
Muchachos –con eso se refería a todos nosotros- No volveréis a
tener 16 años nunca más, tenéis que aprovechadlo sino os
arrepentiréis. Yo conocí a tu padre cuando era como tú –me dijo
entonces, y yo pensé: sí, pero ya era tu novio y además yo voy con
Feinan. Y no me imaginaba casada con él. La idea me dio gracia y
empecé a reírme.- ¿Hija, por qué te ríes?
-
Por nada, da igual –todos se quedaron mirándome- ¡Que da igual!
–luego le dije a mi madre rindiéndome –Vale, tú ganas, voy a
“arreglarme”. –ella me sonrió.
-
Venga, vosotros también –les dijo a los demás y yo les saqué la
lengua y me fui a mi cuarto.
No
sé cómo iban a vestirse Kyle y Feinan porque no tenían nada que
ponerse aparte de lo que llevaban ahora.
Para
empezar, me di un baño con el jabón que hizo mi abuela el otro día.
Olía tan bien… Cuando entré en mi cuarto vi a mi madre sentada en
mi cama y sonriendo alegremente. Se emocionó mucho con el asunto de
la fiesta.
Estuvo
toda la tarde arreglándome: me maquilló, vistió, me cepilló el
pelo y luego me hizo unas trenzas preciosas. Mi cabello castaño
quedó suelto pero con unas trenzas pegadas en los lados. Me gustó
mucho. No parecía yo.
Vi
que ya eran las seis y media ¡se me pasó el tiempo rapidísimo! Y
entonces me dijo mi madre:
-
Perfecta. Serás la más guapa del pueblo –yo la abracé y ella
bajó a donde estaban los demás.
Me
quedé un rato más pensando cómo iba a ser todo. Aunque no me
guste, tengo que admitir que estaba bastante nerviosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario