miércoles, 29 de octubre de 2014

Menrila: Capitulo 5

Capitulo 5
A la mañana siguiente, yo fui la primera en despertarme. Tuve el mismo sueño de todas las noches pero esta vez fue más largo. El joven que combatía resultaba herido y yo intentaba salvarlo. No me gusto cómo terminó, porque nada más aparecer yo, me desperté.
Fui a la cocina pensando en el sueño y me quedé entretenida con la flor que había en el tiesto. La hacía crecer y luego la devolvía a su tamaño original. Lo hice un montón de veces hasta que apareció Kyle y me sacó de mis pensamientos.
- Buenos días –me dijo.


- Ah… Buenos días Kyle.
Empezamos a preparar el desayuno y se me cayó una taza preciosa al suelo, se hizo añicos. Kyle puso los ojos en blanco y supuse que pensó: vaya desastre que es. Pero en realidad lo que pensó fue: es igual que Feinan.
Decidí que tenía que arreglar la taza, pero no tenía nada con que hacerlo. Se me ocurrió envolverla con raíces para sujetarla y luego para que quedara más bonita, hice crecer una flor dentro del cristal. Así parecía que eran cristales incrustados. Quedó preciosa, incluso más bonita que antes.
- A quedado estupenda –me elogió Kyle. Yo le sonreí.
Entonces aparecieron los demás y empezamos a desayunar. Mi madre estaba entusiasmada porque hoy era la fiesta y estuvo hablándonos de todo lo que iba haber y de lo bien que íbamos a pasar. Cuando terminamos de comer, me dijo que le acompañara a su cuarto. Allí, me enseñó un vestido precioso. (Yo no soy muy de vestidos, pero aquel era precioso).
- Este vestido es el que llevé yo cuando tenía tú edad, Reira. Me gustaría que te lo pusieras hoy. ¿Sabes? Nuca se vuelve a tener 16 años. Aprovéchalo –me dijo melancólica.
- Oh, mamá es precioso. Muchas gracias –y la abracé.
- Pero, ¿Me podrías hacer un favor? –cambió de tema.
- ¿Qué favor?
- ¿Me podrías plantar zanahorias en la huerta? Lo harás en seguida. Gracias.
No me dio tiempo ni de responder. Aunque me daba mucha pereza, tenía que ayudarlas.
Fui a la huerta y como Michelle, Feinan y Kyle no estaban, supuse que habían ido al pueblo. Empecé a plantar zanahorias y a cantar. Cuando terminé de hacerlo, alguien empezó a aplaudir. Miré hacia atrás y vi que el que aplaudía era Feinan.
Le miré como diciendo: ¿Por qué aplaudes?
- No cantas mal –me dijo. Aunque preferiría que me dijera: cantas bien. Pero él no era así.
Damon Salvatore - damon-salvatore photo
- Oh, gracias. –le agradecí su “cumplido” y después de un silencio incómodo le pregunté- ¿Dónde están los demás?
- Se han ido al pueblo. Michelle dijo algo sobre ir a casa del lechero y no sé qué más.
Me extrañó que él no fuera con ellos también, mejor dicho, me extraño que se separase de Kyle. Siempre estaban juntos.
- ¿Por qué no has ido con ellos? –le pregunté.
- ¿No quieres que esté aquí? –dijo, interpretando mal mi pregunta. Y su sonrisa desapareció poco a poco.
- Yo no he dicho eso –dije con una sonrisa mientras la de él reaparecía deslumbrante como antes.

Otra vez otro silencio incómodo.
- ¿Quieres ir a algún sitio? –me preguntó.
- ¿Qué sitio? –no tenía ni idea de dónde querría ir Feinan.
- No sé. Yo no soy el que vive aquí.
- Pero me lo has preguntado tú. Y además, aún viviendo aquí, no sé a dónde te gustaría ir.
- Descubrámoslo. –y nos echamos a andar.
Dimos vueltas y más vueltas alrededor del pueblo hasta que nos adentramos en el bosque. Fuimos al lago, justo donde los conocimos hace dos días y nos sentamos en un tronco. Una vez más, un silencio incómodo.
De pronto, oímos unos pasos detrás de nosotros. Nos giramos para atrás (los dos a la vez) y nos levantamos. Feinan puso su brazo delante de mí con la intención de protegerme pero yo la aparté. No necesitaba que nadie me protegiera.
- Quédate aquí –me ordenó.
Yo no quería quedarme allí pero le hice caso hasta que se alejo. Entonces me subí al árbol y saqué mi cuchilla (por si acaso). Vi que por ahí andaba un ladrón, estaba armado, y Feinan estaba bastante cerca de él, sin ningún arma.
El ladrón se percató de la presencia de Feinan y se abalanzó sobre él sin pensarlo dos veces. Sacó un puñal e iba a clavárselo en la espalda pero Feinan se enteró, se dio la vuelta y paró el ataque sujetándole la mano. Cayeron al suelo y seguían peleando. Yo, tenía que hacer algo para ayudar a Feinan y decidí lanzarle la cuchilla al ladrón. Se le clavó en el pecho y quedó inmóvil.
Feinan hizo un gesto de tranquilidad y suspiró. Luego me dijo:
- Gracias. –y me sonrió- Aunque le ganaba igualmente. –añadió.
- No sé yo… -dije recuperando mi cuchilla del pecho del ladrón- estos ladrones son de lo peor. Deberías ir armado con algo como esto –le quité al ladrón su puñal y se la entregué a Feinan –prométeme que lo llevarás siempre contigo, no tengo ganas de volver a salvarte.
- No será un trabajo tan duro –bromeó- pero vale, te lo prometo y gracias -luego miró al ladrón y preguntó -¿Qué hacemos con éste?
- Dejarlo aquí. No será el único. Además, es legal matar a estos sin alma. O como yo lo digo: no hay latigazos por deshacerte de estos sin sangre. –se rió un poco (demasiado poco) y luego me preguntó:
- ¿Por qué los llamas “sin sangre”?
- Porque cuando los matas, casi no derraman sangre. Mira –y le señale al ladrón.- Hay una leyenda que lo explica. –le informe.
- Has dicho “cuando los matas” ¿Cuántos has matado?
- Este es el primero, pero he visto como lo hacían otros.
Nos quedamos un rato en silencio y luego decidimos volver a mi casa.
- Eres la única chica que conozco que sabe “defenderse” –comentó cuando íbamos de camino a mi casa.
- ¿Y eso es malo? –pregunté sin saber muy bien qué quería decir con aquello.


- No, justo lo contrario. –y me sonrió.- Nunca imaginé que una chica que cantara tan bien pudiera matar a un “sin sangre”.
Me acababa de decir que cantaba "tan bien"… y me ruboricé. (Me resultó patético lo que me pasó).
- Lo que has dicho no tiene sentido –le dije sinceramente apartando mis pensamientos.
- Sí lo tiene. –luego se explicó- Quiero decir, una persona no puede ser tan dulce y tan… ¿violenta?, al mismo tiempo.
Yo le miré con cara como diciendo: ¿Qué me has llamado?
- Olvídalo –me dijo con una sonrisa torcida.
- Lo que tú digas, ya hemos llegado –y entramos dentro de la casa.
Allí nos esperaban todos para comer. Nos sentamos junto a ellos y charlamos un montón. Luego nos preguntaron qué hicimos nosotros toda la mañana y respondimos diciendo: andar por ahí. Yo no quería decirles lo del ladrón porque si no, les daba un ataque de los grandes.
Terminamos de comer y yo me dirigía a donde estaba mi perrita cuando mi madre me detuvo.
- Reira, no puedes ensuciarte ahora, tienes que irte a tu cuarto y prepararte para la fiesta.



- Pero mamaaaa, todavía son las tres y media y la fiesta no empieza hasta las siete y media, además, Neylin –mi perrita- ¡no está sucia! Así que no me ensuciaré. –le aseguré.
- Conociéndote, lo harás –intervino Feinan.
- Tú de qué lado estás –le dije haciéndome la enfadada.
Entonces mamá empezó a dar un discurso lago de los suyos.
- Muchachos –con eso se refería a todos nosotros- No volveréis a tener 16 años nunca más, tenéis que aprovechadlo sino os arrepentiréis. Yo conocí a tu padre cuando era como tú –me dijo entonces, y yo pensé: sí, pero ya era tu novio y además yo voy con Feinan. Y no me imaginaba casada con él. La idea me dio gracia y empecé a reírme.- ¿Hija, por qué te ríes?
- Por nada, da igual –todos se quedaron mirándome- ¡Que da igual! –luego le dije a mi madre rindiéndome –Vale, tú ganas, voy a “arreglarme”. –ella me sonrió.
- Venga, vosotros también –les dijo a los demás y yo les saqué la lengua y me fui a mi cuarto.
No sé cómo iban a vestirse Kyle y Feinan porque no tenían nada que ponerse aparte de lo que llevaban ahora.
Para empezar, me di un baño con el jabón que hizo mi abuela el otro día. Olía tan bien… Cuando entré en mi cuarto vi a mi madre sentada en mi cama y sonriendo alegremente. Se emocionó mucho con el asunto de la fiesta.
Estuvo toda la tarde arreglándome: me maquilló, vistió, me cepilló el pelo y luego me hizo unas trenzas preciosas. Mi cabello castaño quedó suelto pero con unas trenzas pegadas en los lados. Me gustó mucho. No parecía yo.

Vi que ya eran las seis y media ¡se me pasó el tiempo rapidísimo! Y entonces me dijo mi madre:

- Perfecta. Serás la más guapa del pueblo –yo la abracé y ella bajó a donde estaban los demás.
Me quedé un rato más pensando cómo iba a ser todo. Aunque no me guste, tengo que admitir que estaba bastante nerviosa.

Por fin, baje las escaleras y todos nos quedamos boquiabiertos…




Escrito por: Seira Vela

Todos los derechos de autor reservados. Se prohiben copias, parciales o totales, de la historia. Tampoco adaptaciones.


No hay comentarios:

Publicar un comentario