viernes, 31 de octubre de 2014

Menrila: capitulo 6

Capitulo 6
Me quedé boquiabierta porque todos estaban estupendos… mentira. Me quedé boquiabierta porque Feinan estaba igualito que mi hermano. Si tuviera los ojos marrones sería su copia idéntica. El traje que tenía puesto también era de mi hermano y el de Kyle era el de mi padre. Me entró un poco de nostalgia, pero estaban muy guapos. Michelle también estaba preciosa, aunque para mí solía estarlo siempre. Lo que llamó mi atención fue su pelo, lo tenía más definido de lo habitual; le quedaba genial.

Ellos también se quedaron boquiabiertos al verme y yo les sonreí. Fui a donde estaban y Feinan me preguntó con su peculiar sentido del humor:
- Perdona, ¿has visto a Reira? Es que he quedado con ella para ir a la fiesta y no aparece por ningún lado.



- Eres tonto.-le dije.
- De nacimiento. –intervino Kyle guiñándole el ojo a Feinan.
Mi madre me llevó casi volando hasta la cocina donde se encontraba mi abuela.
- Oh, mi pequeña. –me dijo mi abuela- Estás preciosa. Te pareces mucho a tu madre cuando tenía tu edad. –y la ayudé a levantarse de la silla para que me pudiera abrazar. Luego me susurró al oído. –Mañana cuéntame cómo besa ese muchacho tan guapo eh.
- ¡Abuela! -grité alborotada. Pero ella me ignoró y le dijo con la mano a Feinan que se acercara. Él le hizo caso.
- Cuida bien de mi niña y no hagáis tonterías. –le dijo entonces. Yo me llevé la mano a la frente sin poder creerme lo que oía.



- Se lo prometo –le aseguró Feinan con una amplia sonrisa.
Mi abuela se nos quedó mirando un rato más y luego nos cogió una mano a cada uno. Dijo:
- Que pareja más bonita. –mi abuela sabía perfectamente cómo hacerme enrojecer y en esta ocasión también lo consiguió. Se sentó en la silla y me advirtió- Brad (el anciano que toca la guitarra) me dijo que él se irá a las ocho, no me acuerdo porque pero a partir de ese momento podrás bailar con este muchacho tan guapo.
- Creo que nos tenemos que ir yendo. –dije con la intención de escaparme de una vez de allí.
Nos juntamos con Michelle y Kyle y nos fuimos a la plaza. Ya había mucha gente, desde niños pequeños hasta ancianos. Entre ellos encontré a Brad y me fui a donde él después de prometerle a Feinan que volvería en una media hora. No quería dejarlo solo, sino se aburriría como una ostra.
Mientras yo estaba con Brad, Jaden y su acompañante (no sé si sería su novia o no) fueron a donde los demás. Entonces Jaden le dijo algo a su chica y ella se alejó de allí.
- Fe-no sé qué ¿puedo hablar contigo? –le preguntó Jaden entonces a Feinan.
- No. –respondió éste secamente.
- ¿Tienes miedo? –intentó chincharle.
- No veo nada por lo que deba asustarme –dijo Feinan mirando a ambos lados.
- Vale. Entonces te lo digo de otra manera: voy hablar contigo, quieras o no. –espetó Jaden.
- Eres un poco pesado ¿lo sabías? –bromeó Feinan entonces.
- Pues entonces te lo digo aquí y ahora: Reira es mía. –dijo Jaden muy seguro.

- ¿Y entonces por qué no está contigo? –dijo Feinan sin alterarse pero por dentro estaba rabioso.- Mira, si quisiera estar contigo, no estaría conmigo.
- Una chica así, nunca debería estar con un perdedor como tú. –espetó Jaden.
- Así ¿cómo? ¿preciosa? Pues te digo una cosa: déjanos en paz, tú ya tuviste tu oportunidad y la fastidiaste. Así que ya sabes. –Feinan dejó claramente el asuntó y Jaden se alejó de allí.
Ya eran las siete y media… ¡tenía que cantar! Estaba nerviosísima. Brad empezó a tocar la guitarra y me di cuenta de que debía empezar ¡ya! Y eso hice.
Canté lo mejor que pude hasta las ocho menos cinco. Vi que Feinan estaba sentado en una silla y con una cara de aburrimiento… que se me ocurrió una idea para darle un susto.
- Me gustaría cantar la última canción con un amigo mío que está sentado en aquella silla medio rota de allí. –anuncié- ¿Vienes? –le pregunté a Feinan con una sonrisa maligna.
Él puso una cara como diciendo: ¿estás hablando en serio?
- Ven. –le dije.
- Que vaya, que vaya, que vaya, que vaya –empezó toda la gente menos Jaden y al final Feinan cedió.
Vino a donde estaba yo y me susurró:
- ¡Yo no sé cantar!



- Claro que sabes –le susurré yo a él y luego les dije a todos- ¿Cantamos todos?
Algunos dijeron: ¡claro! Otros: ¡sí! Otros: ¡vamos! Pero todos dieron su afirmación.
Lo que pasó a continuación fue alucinante. Todos cantábamos a pleno pulmón y también me divertí bailando con Feinan. La verdad es que reí más que canté. Ya eran más de las ocho y Brad se tenía que ir. Nos despedimos y él se fue.
Feinan y yo decidimos bajar a un lado de la plaza, donde estaban Michelle y Kyle con una señora con la que Michelle se llevaba muy bien. (Luisa, la señora que cuidó de Michelle como si fuera su propia hija cuando su madre murió).

- Vaya voz que tienes –me dijo Luisa. Yo no sabía que decir y me quedé callada sonriendo– bueno, me tengo que ir, hasta pronto –nos dijo a todos y se alejó hacia su casa.
Entonces Kyle y Michelle intercambiaron una mirada y nos dijeron:
- Eh… hasta mañana.



Nosotros nos quedamos con unas caras de no entender nada, pero Feinan pronto supo cómo aprovechar la ocasión diciéndoles:
- Ah, ya entiendo. Queréis estar solos. Por nosotros genial ¿a que sí Reira?
- ¡Claro! –dije yo.
- ¡¿Qué?! –dijeron alborotados.
- Que no pasa nada… no tenéis porque darnos explicaciones… tranquilos… -insistió Feinan.
- Yo te mato –le advirtió Kyle- Os aseguramos que no es eso. -Michelle hizo un gesto de afirmación- Además, es justo lo contrario ¿A que sí, Fein?
- Calla –le dijo éste muy serio y ellos rieron. Yo no entendía nada, pero antes de que me diera tiempo a preguntar, Michelle y Kyle se fueron.
- ¿Qué pasa? –le pregunté a Feinan.

- Nada. –dijo él desviando la mirada y se quedó mirando al otro lado. Yo le moví la cara con la mano para que me mirase y me dijera lo que escondían, pero él no dijo nada. –Da igual –dijo al final- ¿Quieres bailar?

- Supongo –dije quedándome con las ganas de saber lo que se tramaban, pero conociendo a Feinan no me lo contaría, era demasiado cabezota.
La gente estaba bailando justo en el centro de la plaza y nos dirigimos allí. Que oportuno fue. ¡Justo cuando llegamos, empezaron a tocar una lenta! Luego entendimos porque fue tan oportuno: Kyle y Michelle estaban al lado de los músicos. Si fuera legal… ¡los mataría! ¿Por qué se comportaban así? Estaba confusa. ¡Ni que fuéramos novios!
Feinan alargó su mano para que yo la cogiera y luego sonrió tímidamente (lo que era descomunal en él). Yo se la cogí y entonces me dijo:
- Ahora veremos si bailas igual que cantas.
Si me obligaran a admitirlo diría que el chico sabía bailar. Yo, al contrario, nunca había bailado una lenta y me dejaba llevar por él. Entonces, la música se apaciguó y nos quedamos mirando el uno al otro, como nunca lo habíamos hecho, como si nos hubieran hechizado. Me atrajo más hacia él y yo no puse resistencia, me gustaba la idea. Sus fuertes y firmes brazos me sujetaban por la cintura y yo tenía los míos detrás de su cuello, de modo que podíamos seguir observando el uno al otro. La canción terminó y sin que me diera cuenta ya tenía sus labios encima de los míos. No sabía si había sido él o yo el que dio el paso, pero no me importaba. Solo quería que el tiempo se congelara y que siguiera teniéndolo tan cerca como lo tenía ahora. Algunos nos miraban, pero tampoco me importaba.



Apoye mi cabeza en su pecho, sintiendo el latido de su corazón más rápido de lo normal. Estuvimos un rato más de aquella manera hasta que empezaron a tocar una canción muy alegre. Sin decir ni una palabra, decidimos ir a una esquina de la plaza, justo al lado de un callejón sin salida.
- Esta fiesta es mucho mejor que la de mi pueblo –me dijo con su sonrisa asombrosa.- me alegro de estar aquí, contigo. –yo me acurruqué contra él y su sonrisa se amplió. Paso un buen rato y añadió- ¿Sabes? Antes no te lo he dicho pero… estás preciosa con ese vestido.
- No es mi estilo –dije y se rió- y oye… tú… tampoco estás nada mal, quiero decir, te queda bien el traje –entonces me hizo cosquillas. - ¡Feinan, eso no vale!
Pero él siguió haciéndome cosquillas, parecíamos niños pequeños. Luego decidí ponerlo a prueba.
- Vale, te has puesto el traje pero, apuesto a que se te ha olvidado la promesa –le aseguré.
-¿Qué promesa? ¿Hablas del puñal? –me preguntó acodándose de ella.
- Sí. Si no, ¿cómo vas a salvarte?
- Pero ¿por qué necesitaría salvarme ahora? –dijo extrañado y yo, que tenía la cuchilla enredada con una cuerda en el tobillo, la saqué y la sujeté al lado de su cuello.- ya entiendo.- dijo entonces.
- Me lo prometiste –dije poniendo una cara triste.
- Ah, lo siento mucho –me dijo. Yo me reí y luego le besé.
- No pasa nada –le dije guardando la cuchilla de nuevo donde estaba. –Pero una vez… bueno, el año pasado, nos atacaron en plena fiesta. Por eso te lo decía, quería asegurarme de que no te pase nada.
- Y Jaden no supo protegerte –dijo para sus adentros pero yo lo oí.
- No hables de ese pesado –dije.
Él recuperó su sonrisa y me besó, me dio un beso tierno. Pero luego me besó otra vez, con más fuerza, con más pasión. Esta vez sí que me di cuenta de lo mucho que me importaba, y eso, conociéndolo tan poco.




Escrito por: Seira Vela

Todos los derechos de autor reservados. Se prohiben copias, parciales o totales, de la historia. Tampoco adaptaciones.


miércoles, 29 de octubre de 2014

Menrila: Capitulo 5

Capitulo 5
A la mañana siguiente, yo fui la primera en despertarme. Tuve el mismo sueño de todas las noches pero esta vez fue más largo. El joven que combatía resultaba herido y yo intentaba salvarlo. No me gusto cómo terminó, porque nada más aparecer yo, me desperté.
Fui a la cocina pensando en el sueño y me quedé entretenida con la flor que había en el tiesto. La hacía crecer y luego la devolvía a su tamaño original. Lo hice un montón de veces hasta que apareció Kyle y me sacó de mis pensamientos.
- Buenos días –me dijo.


- Ah… Buenos días Kyle.
Empezamos a preparar el desayuno y se me cayó una taza preciosa al suelo, se hizo añicos. Kyle puso los ojos en blanco y supuse que pensó: vaya desastre que es. Pero en realidad lo que pensó fue: es igual que Feinan.
Decidí que tenía que arreglar la taza, pero no tenía nada con que hacerlo. Se me ocurrió envolverla con raíces para sujetarla y luego para que quedara más bonita, hice crecer una flor dentro del cristal. Así parecía que eran cristales incrustados. Quedó preciosa, incluso más bonita que antes.
- A quedado estupenda –me elogió Kyle. Yo le sonreí.
Entonces aparecieron los demás y empezamos a desayunar. Mi madre estaba entusiasmada porque hoy era la fiesta y estuvo hablándonos de todo lo que iba haber y de lo bien que íbamos a pasar. Cuando terminamos de comer, me dijo que le acompañara a su cuarto. Allí, me enseñó un vestido precioso. (Yo no soy muy de vestidos, pero aquel era precioso).
- Este vestido es el que llevé yo cuando tenía tú edad, Reira. Me gustaría que te lo pusieras hoy. ¿Sabes? Nuca se vuelve a tener 16 años. Aprovéchalo –me dijo melancólica.
- Oh, mamá es precioso. Muchas gracias –y la abracé.
- Pero, ¿Me podrías hacer un favor? –cambió de tema.
- ¿Qué favor?
- ¿Me podrías plantar zanahorias en la huerta? Lo harás en seguida. Gracias.
No me dio tiempo ni de responder. Aunque me daba mucha pereza, tenía que ayudarlas.
Fui a la huerta y como Michelle, Feinan y Kyle no estaban, supuse que habían ido al pueblo. Empecé a plantar zanahorias y a cantar. Cuando terminé de hacerlo, alguien empezó a aplaudir. Miré hacia atrás y vi que el que aplaudía era Feinan.
Le miré como diciendo: ¿Por qué aplaudes?
- No cantas mal –me dijo. Aunque preferiría que me dijera: cantas bien. Pero él no era así.
Damon Salvatore - damon-salvatore photo
- Oh, gracias. –le agradecí su “cumplido” y después de un silencio incómodo le pregunté- ¿Dónde están los demás?
- Se han ido al pueblo. Michelle dijo algo sobre ir a casa del lechero y no sé qué más.
Me extrañó que él no fuera con ellos también, mejor dicho, me extraño que se separase de Kyle. Siempre estaban juntos.
- ¿Por qué no has ido con ellos? –le pregunté.
- ¿No quieres que esté aquí? –dijo, interpretando mal mi pregunta. Y su sonrisa desapareció poco a poco.
- Yo no he dicho eso –dije con una sonrisa mientras la de él reaparecía deslumbrante como antes.

Otra vez otro silencio incómodo.
- ¿Quieres ir a algún sitio? –me preguntó.
- ¿Qué sitio? –no tenía ni idea de dónde querría ir Feinan.
- No sé. Yo no soy el que vive aquí.
- Pero me lo has preguntado tú. Y además, aún viviendo aquí, no sé a dónde te gustaría ir.
- Descubrámoslo. –y nos echamos a andar.
Dimos vueltas y más vueltas alrededor del pueblo hasta que nos adentramos en el bosque. Fuimos al lago, justo donde los conocimos hace dos días y nos sentamos en un tronco. Una vez más, un silencio incómodo.
De pronto, oímos unos pasos detrás de nosotros. Nos giramos para atrás (los dos a la vez) y nos levantamos. Feinan puso su brazo delante de mí con la intención de protegerme pero yo la aparté. No necesitaba que nadie me protegiera.
- Quédate aquí –me ordenó.
Yo no quería quedarme allí pero le hice caso hasta que se alejo. Entonces me subí al árbol y saqué mi cuchilla (por si acaso). Vi que por ahí andaba un ladrón, estaba armado, y Feinan estaba bastante cerca de él, sin ningún arma.
El ladrón se percató de la presencia de Feinan y se abalanzó sobre él sin pensarlo dos veces. Sacó un puñal e iba a clavárselo en la espalda pero Feinan se enteró, se dio la vuelta y paró el ataque sujetándole la mano. Cayeron al suelo y seguían peleando. Yo, tenía que hacer algo para ayudar a Feinan y decidí lanzarle la cuchilla al ladrón. Se le clavó en el pecho y quedó inmóvil.
Feinan hizo un gesto de tranquilidad y suspiró. Luego me dijo:
- Gracias. –y me sonrió- Aunque le ganaba igualmente. –añadió.
- No sé yo… -dije recuperando mi cuchilla del pecho del ladrón- estos ladrones son de lo peor. Deberías ir armado con algo como esto –le quité al ladrón su puñal y se la entregué a Feinan –prométeme que lo llevarás siempre contigo, no tengo ganas de volver a salvarte.
- No será un trabajo tan duro –bromeó- pero vale, te lo prometo y gracias -luego miró al ladrón y preguntó -¿Qué hacemos con éste?
- Dejarlo aquí. No será el único. Además, es legal matar a estos sin alma. O como yo lo digo: no hay latigazos por deshacerte de estos sin sangre. –se rió un poco (demasiado poco) y luego me preguntó:
- ¿Por qué los llamas “sin sangre”?
- Porque cuando los matas, casi no derraman sangre. Mira –y le señale al ladrón.- Hay una leyenda que lo explica. –le informe.
- Has dicho “cuando los matas” ¿Cuántos has matado?
- Este es el primero, pero he visto como lo hacían otros.
Nos quedamos un rato en silencio y luego decidimos volver a mi casa.
- Eres la única chica que conozco que sabe “defenderse” –comentó cuando íbamos de camino a mi casa.
- ¿Y eso es malo? –pregunté sin saber muy bien qué quería decir con aquello.


- No, justo lo contrario. –y me sonrió.- Nunca imaginé que una chica que cantara tan bien pudiera matar a un “sin sangre”.
Me acababa de decir que cantaba "tan bien"… y me ruboricé. (Me resultó patético lo que me pasó).
- Lo que has dicho no tiene sentido –le dije sinceramente apartando mis pensamientos.
- Sí lo tiene. –luego se explicó- Quiero decir, una persona no puede ser tan dulce y tan… ¿violenta?, al mismo tiempo.
Yo le miré con cara como diciendo: ¿Qué me has llamado?
- Olvídalo –me dijo con una sonrisa torcida.
- Lo que tú digas, ya hemos llegado –y entramos dentro de la casa.
Allí nos esperaban todos para comer. Nos sentamos junto a ellos y charlamos un montón. Luego nos preguntaron qué hicimos nosotros toda la mañana y respondimos diciendo: andar por ahí. Yo no quería decirles lo del ladrón porque si no, les daba un ataque de los grandes.
Terminamos de comer y yo me dirigía a donde estaba mi perrita cuando mi madre me detuvo.
- Reira, no puedes ensuciarte ahora, tienes que irte a tu cuarto y prepararte para la fiesta.



- Pero mamaaaa, todavía son las tres y media y la fiesta no empieza hasta las siete y media, además, Neylin –mi perrita- ¡no está sucia! Así que no me ensuciaré. –le aseguré.
- Conociéndote, lo harás –intervino Feinan.
- Tú de qué lado estás –le dije haciéndome la enfadada.
Entonces mamá empezó a dar un discurso lago de los suyos.
- Muchachos –con eso se refería a todos nosotros- No volveréis a tener 16 años nunca más, tenéis que aprovechadlo sino os arrepentiréis. Yo conocí a tu padre cuando era como tú –me dijo entonces, y yo pensé: sí, pero ya era tu novio y además yo voy con Feinan. Y no me imaginaba casada con él. La idea me dio gracia y empecé a reírme.- ¿Hija, por qué te ríes?
- Por nada, da igual –todos se quedaron mirándome- ¡Que da igual! –luego le dije a mi madre rindiéndome –Vale, tú ganas, voy a “arreglarme”. –ella me sonrió.
- Venga, vosotros también –les dijo a los demás y yo les saqué la lengua y me fui a mi cuarto.
No sé cómo iban a vestirse Kyle y Feinan porque no tenían nada que ponerse aparte de lo que llevaban ahora.
Para empezar, me di un baño con el jabón que hizo mi abuela el otro día. Olía tan bien… Cuando entré en mi cuarto vi a mi madre sentada en mi cama y sonriendo alegremente. Se emocionó mucho con el asunto de la fiesta.
Estuvo toda la tarde arreglándome: me maquilló, vistió, me cepilló el pelo y luego me hizo unas trenzas preciosas. Mi cabello castaño quedó suelto pero con unas trenzas pegadas en los lados. Me gustó mucho. No parecía yo.

Vi que ya eran las seis y media ¡se me pasó el tiempo rapidísimo! Y entonces me dijo mi madre:

- Perfecta. Serás la más guapa del pueblo –yo la abracé y ella bajó a donde estaban los demás.
Me quedé un rato más pensando cómo iba a ser todo. Aunque no me guste, tengo que admitir que estaba bastante nerviosa.

Por fin, baje las escaleras y todos nos quedamos boquiabiertos…




Escrito por: Seira Vela

Todos los derechos de autor reservados. Se prohiben copias, parciales o totales, de la historia. Tampoco adaptaciones.


Menrila: Capitulo 12

Capitulo 12
Ese día también le llevó comida su madre a Feinan. Este se lo tragó de inmediato. Sus heridas ya se estaban curando y ya podía hablar sin toser, pero estaba claro que le quedarían unas cicatrices impresionantes que le recordarían la mala experiencia pasada.
- Tengo que contarte una cosa. –le dijo su madre triste.
- Dime.
- Han enviado unos soldados para inspeccionar Segelia. Han partido hoy mismo, a la mañana, junto con tu padre.
- ¡¿Qué?! ¡Tenéis que impedirlo! ¡Tenéis que impedir que maten a gente inocente! –dijo gritando, histérico. No se lo podía creer.
- Calla. Que sino nos pillan. –le advirtió su madre- Kyle está pensando en un plan para sacarte de aquí, tenemos que esperar. Si encuentran a Reira la traerán a palacio y entonces convendrá que estés vivo. No hagas tonterías y espera. –Feinan escuchaba con atención lo que le decía su madre mientras cerraba los puños de pura rabia- ¿Sabe ella que es la elegida?
- No.

- Entonces no se podrá esconder… ¿Sabe quién eres?
- Sabe que me llamo Feinan, que soy de Nilanda y que tenía la misión de buscar al último elegido. Nada más.
- ¿No le contaste que eres uno de los elegidos y el príncipe de Nilanda?
- No. No quería que me odiara.
- ¿Por qué iba a odiarte? –preguntó su madre asombrada.
- Da igual. Odia la “nobleza”. Igual que yo he empezado a hacerlo. –hizo una pausa- Si la encuentran y si la traen, ayúdala. Ayúdala, por favor. Y si al principio no confía en ti, cuidado con la cuchilla de su tobillo –le advirtió sonriendo.
- Lo haré, hijo. No te preocupes –y le sonrió con dulzura, con una dulzura propia de una madre.

- Confío en ti, mamá.
Los planes de su padre, el rey, seguían adelante y unos diez soldados lo acompañaban en dirección a Segelia, en mi búsqueda, con la intención de torturarme y matarme delante de Feinan. Me quedaban unos pocos días de tranquilidad y yo no estaba al corriente de ello.
***


Me desperté en casa de Michelle pero estaba impaciente por ir a mi casa a darle la nueva noticia a mi abuela. Me sentía muy contenta.


- ¡Michelle, me voy a casa, volveré para comer! –grité desde la entrada.
- ¡Entendido! –respondió ella.
Salí corriendo de allí y llegué en poco tiempo a casa.
- ¡Abuela! ¿Dónde estás? ¡Abuela!
- Pero ¿qué sucede, mi niña? –oí la voz de mi abuela que provenía de la cocina. Corrí hasta ella y esbocé una sonrisa al verla.
- ¡Estoy prometida! –grité y luego le expliqué- solo prometida, no me caso todavía ni estoy embarazada ni nada de eso pero… ¡Pues eso! –mi abuela me abrazó.
- Felicidades, pequeña. ¿Pero estás segura de que ese muchacho sabrá cómo criar a sus hijos?
- Estoy segurísima abuela. Lo tendrías que haber visto ayer cómo se comportaba con los niños a los que Michelle les cuenta historias. Había una niña muy tímida… -y le conté todo lo ocurrido.

- Si tú eres feliz, yo también lo seré –me dijo al final- solo deseo que la guerra acabe antes de que cumpláis los dieciocho.
- Igual que yo -le recordé. No quería que me pasara lo mismo que al primo de Jaden y a su novia.
Me fui a mi cuarto y me tumbé en la hamaca que tenía como cama. ¡¿Por qué todas las veces que me quedaba sola se me tenía que venir Feinan a la cabeza?! ¡No quería pensar en él! ¡No! ¡No! Y ¡No!
Pero era inevitable. Todavía no me había quitado el colgante que me dio. Lo intenté un par de veces pero luego volvía a ponérmelo. “¿Por qué no puedo dejar de pensar en ti, Feinan?” –No dejaba de preguntarme dentro de mi cabeza- “¿Es posible olvidarte o viviré así lo que me queda de vida?”
Lo que yo no sabía era que los elegidos podían vivir eternamente, a menos que te maten, claro está.
De pronto oí y vi como una piedra se estampaba contra mi ventana medio rota (no sé cómo no se rompió con el golpe). No me hacía falta acercarme y mirar para abajo para saber quién era. Oía su latido y olía su olor. Eso era suficiente para adivinar de quién se trataba, era Jaden.
- ¿Entrenamos? –me preguntó mientras levantaba su espada.
- Por supuesto –le respondí y baje corriendo con mi arco en las manos.
Fuimos al bosque, al campo de entrenamiento improvisado de Feinan. El lugar me recordó a él pero aparté de inmediato esos pensamientos de mi cabeza.
Jaden era buen entrenador. Me enseñó muchos trucos que se hacían con la espada y luego hicimos una pelea de mentira. Yo tenía ventaja: podía percibir con mis sentidos mejoradísimos lo que iba a hacerme. No era justo, tenía que contárselo, merecía saberlo y no solo porque le hacía trampa sino porque era mi prometido.
- Jaden,para –le ordené.


- ¿Por qué?
- Porque tengo que contarte una cosa.
- ¿El qué?
- Siéntate. –y nos sentamos los dos- Júrame que cuando lo sepas no me abandonarás y que me seguirás queriendo igual que ahora. Ah, y no te asustes.
- Te lo juro. –me dijo muy serió- dime.


Le conté lo que podía hacer y también que mis sentidos habían mejorado un montón. Él al principio no me creyó pero cuando levanté todas las raíces de los árboles del alrededor y casi se los clavo, gritó: ¡Voilà! ¡Te creo! Te creo!
- Impresionante –dijo- ¿Sabes? No te abandonaré nunca porque te quiero aún más que antes. Eres distinta, única, impresionante. –yo me acurruqué más contra él.
- Gracias. –le agradecí y él me besó en la cabeza. Se me quedó mirando- ¿Qué miras?
- Te miro a ti. Me gusta hacerlo.
- Loco –le dije y me reí. Luego me tumbé.
- Loco por ti –y se tumbó encima de mí, besándome.
***


Ya había pasado una semana y los soldados junto con el rey de Nilanda ya habían llegado a nuestro humilde pueblo.
Nuestros reyes nos ordenaron que nos reuniéramos todos en la plaza. Todos, incluidos los bebes recién nacidos. El rey y un mensajero real estaban en el gigantesco balcón del castillo, y debajo, junto a un carruaje en el que vinieron los de Nilanda, se encontraban diez soldados.
Yo estaba con Jaden y Michelle contemplando el movimiento que había a nuestro alrededor. El mensajero empezó a hablar y dijo un montón de cosas de la guerra que no le hice caso (eran asuntos de armas) pero de pronto oí que decía el nombre Feinan y presté mucha atención.
- Después de que el príncipe de Nilanda, el joven de 16 años, Feinan, nos traicionara al no encontrar al elegido y atreverse a contradecirle a nuestro rey, su propio padre, fue duramente castigado. Sin embargo, no lo mataron, es uno de los elegidos, el elegido del fuego y lo necesitamos para la guerra.
No me podía creer de lo que me había enterado. Sentía tanta rabia que intenté gritar y destrozar cualquier cosa pero Michelle y Jaden me sujetaron. ¡No me había dicho que era el príncipe y tampoco uno de los elegidos! El mensajero siguió hablando y creo que el rey nos estaba mirando (éramos los únicos que se movían).
- Hemos venido en busca del último elegido. Sabemos que se encuentra aquí, en esta plaza, entre vosotros –el padre de Feinan se acercó para vernos mejor- Si sería tan amable de decirnos quién es, nos ahorraríamos el mal trago de “registraros” a todos. Desde el más pequeño, al más grande.
Oír eso ya fue la gota que colmó el vaso. Me subí al balcón de la casa que tenía al lado y preparé el arco para disparar. No me importaba lo que le sucediese a mi vida pero estaba segura de que si no hacía algo matarían a personas inocentes, hasta bebes recién nacidos.
- ¡Baja de ahí! –me ordenó Jaden y no le hice caso- ¡te digo que te bajes o te bajo yo!
Subió para buscarme y consiguió bajarme de allí pero ya fue demasiado tarde.
- Traédmelos –ordenó el rey, el padre de Feinan- ¡quien osa interrumpirme y tener la desfachatez de subirse ahí en medio de mi charla! -añadió gritando.
Los soldados corrieron a buscarnos y toda la gente se apartó de inmediato, por miedo a que les matasen. Jaden consiguió matar a uno pero en seguida lo atraparon. Yo le entregué el arco a Michelle y le ordené que se escondiera. Entonces vinieron a por mí y me arrestaron.

Nos llevaron al gigantesco balcón donde se encontraba el rey y…


Escrito por: Seira Vela

Todos los derechos de autor reservados. Se prohiben copias, parciales o totales, de la historia. Tampoco adaptaciones.