sábado, 27 de septiembre de 2014

Menrila: Capitulo 4

Capitulo 4
- Cantar.
Todos me miraron extrañados.
- ¿Qué? Aquí solo hay un viejo que toca la guitarra y… pues eso, yo puedo cantar. Me lo ofreció la semana pasada.
- ¿Tú cantas? –me preguntó Feinan.


- Todos cantamos. –le dije con cara: eres tonto o qué.
- Quiero decir, ¿te dedicas a eso?
- Yo no me dedico a nada. Solo a plantar verduras en la huerta y a entrenarme con el arco. –les expliqué
No entendía porque se extrañaban tanto. A mí me gustaba cantar ¿No podía? o qué. Al final les propuse ir al bosque y ellos aceptaron. Feinan se empeñó en que cogiera el arco y que Kyle llevara su espada. A Michelle le dijo que llevara unos trapos por si alguien resultaba herido y la comida. No sabíamos que pretendía todavía con todo aquello.
Nos adentramos en el bosque y fuimos a un lugar donde no había tantos árboles.
- ¿Qué pretendes que hagamos? –preguntó Kyle.
- Entrenar para que “doña entrenamiento” aprenda. –respondió Feinan.
- No me llames así –le espeté.
- Bueno, eso da igual- dijo.
- No da igual.
- Bueno, lo que quieras, pero hoy aprenderás del maestro del combate. –me dijo.
- Tú, ¿maestro del combate? –y me eché a reír.
- Pues sí –respondió él sin enfadarse por el comentario que hice.
- La verdad es que es el mejor de Nilanda, si no, no lo enviarían a buscar al “último elegido”. –me informó Kyle- que es su deber principal –lo último dijo mirando exageradamente a Feinan.
- Ya hay tiempo para eso. –dijo él.
A mí me resultaba extraño creerme que Feinan era el mejor guerrero de Nilanda. Hasta estaba casi segura de que no sería todavía mayor de edad, pero para asegurarme del todo, decidí preguntárselo.
- ¿Cuántos años tienes?
 

- Eso no se pregunta, es de mala educación –me dijo él, haciéndose el educado (pero en realidad no lo era en absoluto).
- No sabía que fueras tan viejo como para no decírmelo –le bromeé.
- 16. ¿Por qué lo preguntas?
- ¡¿Teniendo 16 años ya eres el mejor guerrero de Nilanada?! –dije asombrada.
- Sí. He tomado clases desde los 5 años, así que no te extrañes tanto. –intentó quitarle importancia.
Todavía no me lo creía. Tenía la misma edad que yo y era tan importante. Además, tomar clases desde los 5 años debía de ser caro. ¿Era rico?
- ¿Eres rico? –le pregunté. Justo la pregunta que menos le gustaría.
- Eh… no, que va, me entrenaba mi tío. –eso que me dijo era verdad, pero no me dijo que su tío era de la noble y que dirigía la armada junto con su padre. Si me dijera eso, no me extrañaría tanto. –pero ahora le gano yo. –añadió.
Dicho eso empezó a preparar el campo para entrenar. Marcó un árbol como diana y luego le dijo a Kyle que se pusiera delante de ella con su espada.
- ¿Me quieres matar o qué? –dijo éste, sin poder entender para qué le ordenó que se situara allí.
- ¿Cómo iba a querer hacerlo? Sino me quedaría sin mejor amigo. –bromeó.- Toma –y me dio su espada.
- Veo que la vida de los que estamos aquí no te importa –dije. ¡A quién se le ocurría darme una espada! Además la suya, que parecía tan cara como afilada.- yo no sé utilizar esto.
- “Esto” que dices tú, se llama espada y se coge así –me la puso correctamente. – pronto aprenderás.
Mientras tanto, Michelle nos miraba con atención y se reía con cada cosa que hacía mal.
Veía que Feinan tenía mucha paciencia conmigo y para agradecérselo decidí tomármelo con calma el asunto de la espada. Poco a poco, fui aprendiendo como sujetarla y manejarla.
- ¡Descanso! –gritó Michelle, que ya tenía toda la comida preparada.
Fuimos corriendo a donde estaba y nos sentamos en la hierba verde. Mientras comíamos, ellos hablaban, pero yo estaba fijándome en la cueva que estaba en frente. Era la cueva en que encontré la flor, y tenía mucha curiosidad para ver qué más había dentro.
- Cuando comamos, ¿alguien me ayuda a esa cueva? –solté de repente.
- ¡¿Qué?! Rei, me dijiste que no volverías a entrar allí. –me recordó Michelle.
- Ya sé y lo siento, pero quiero descubrir qué más hay. ¿Alguien me ayuda?
- Estás loca.-me hizo saber Michelle.
- Tal vez lo esté. No sé. Pero no me importa, porque así consigo que me entrenen, o que haga crecer plantas, o ser vuestra amiga… y me gusta. –ellos sonrieron.
No sé si me llamaría a mí misma loca, pero lo único de lo que estoy segura es que nunca dejo de lado lo que quiero.
Terminé de comer y conseguí convencerles de que me ayudaran. Kyle y Feinan todavía no se habían enterado por qué tenía tanto interés en esa cueva y tuvimos que explicarles lo que pasó.
Nos adentramos en la cueva y Kyle inspeccionó las piedras de las paredes y nos informó:
- Debajo de esta capa de piedra hay esmeralda mezclada con otros tipos de piedra. Si no estuviera mezclada, seríamos ricos –nos quedamos desilusionados.
- ¿Esto está bien sujeto, no? –le preguntó Feinan refiriéndose a las paredes.
- Supongo que sí, pero…-se interrumpió.
Nada más oír eso, Feinan clavó su espada en la pared y extrajo un trozo pequeño de aquella piedra de la que hablaba Kyle. Por suerte, la pared no se derrumbó pero Kyle se llevó la mano a su frente y puso los ojos en blanco. No se podía creer la tontería que acababa de hacer Feinan ¡La pared se había podido derrumbar!
- Eres tonto. –le dijo entonces.
- De nacimiento –bromeó Feinan con otra de sus sonrisas y luego me dio el trozo de piedra de color verde.
Me fijé mejor en ella y me percaté de que era del mismo color que sus ojos. Para asegurarlo, puse la piedra al lado de su cara y me reí al ver que eran iguales.
- ¿Pero qué haces? –me preguntó extrañado.
- Comprobar una cosa. –me limité a decir.
- ¿El qué?

- Que tus ojos son del mismo color que la piedra. –dije eso y Feinan miró haber si Michelle y Kyle seguían allí. Como no estaban allí, decidió preguntarme:
- ¿Te gustan? –me quedé sin habla. ¿A qué venía eso? Pero la verdad era que me gustaban mucho… y me enrojecí.
- Puede. –le dije y seguí andando detrás de Kyle y Michelle. Él sonrió.

Llegamos al fondo de la cueva y por no ser por mí visión bastante mejorada por causa de aquella extraña flor, no vería nada. No sé cómo se arreglaban los demás, es más, yo no sabía que Feinan también podía ver como yo lo hacía.
No había nada más que oscuridad y decidimos que la próxima vez volveríamos con candelabros y que por hoy debíamos dejarlo allí.
Pasamos toda la tarde andando por los alrededores. Michelle y yo pensábamos que estábamos buscando al “último elegido”, pero en realidad estábamos paseando, simplemente. Llegaron las nueve de la noche y Michelle nos convenció de que teníamos que ir a casa y cenar, y eso hicimos. Pero, más tarde, en vez de ir a la cama, nos fuimos a mi casa a visitar mi madre y mi abuela. Ellas nos acogieron encantadas y pasamos la noche allí.

Escrito por: Seira Vela

Todos los derechos de autor reservados. Se prohiben copias, parciales o totales, de la historia. Tampoco adaptaciones.




lunes, 22 de septiembre de 2014

Menrila: Capitulo 3

Capitulo 3
A la mañana siguiente Feinan y Kyle se levantaron muy temprano y Michelle y yo seguíamos durmiendo.
- ¡Feinan, estás loco! ¡Ella es la elegida! ¡La tenemos que llevar a Nilanda! –le gritaba Kyle a Feinan.
- Tal vez esté loco, pero no pienso ponerla en peligro. Es muy joven y no quiero llevarla a combatir en la guerra.

- ¡Pero si será de nuestra edad! Si no la llevas ¡te matarán por traición! Y siendo el príncipe de Nilanda y uno de los elegidos ¡vas a montar un caos! – (Feinan era el elegido del fuego, el que salía en mis sueños).
Kyle intentaba que Feinan entrara en razón, pero él no estaba por la labor.
- Creo que ya se lo que te pasa –le anunció Kyle- Feinan se ha enamorado –dijo en tono burlón.
- ¡¿Qué?! ¡Pero qué estás diciendo! –chilló Feinan enrojeciéndose.
- ¿Y entonces por qué no quieres llevarla?
Feinan se quedó callado.
- Fein, tenemos que llevarla. –insistió Kyle.
- ¡No! No pienso hacerlo y tú tampoco lo harás. No le digas nada de esto y tampoco le digas quién soy.
- Solo si me dices el porqué.
Feinan se quedó en silencio otra vez pero luego añadió:
- Porque me gusta. Ya está, lo he dicho. ¿Contento?
- Nuestro Fein se ha hecho grande… -bromeó Kyle.
- No empieces Kyle. Y no te la lleves, ni le digas nada.
- No lo haré porque eres mi mejor amigo. –le prometió.
Feinan sonrió. Decidieron prepararnos el desayuno y justó entones aparecimos nosotras. Nos quedamos asombradas. Ningún chico me había preparado el desayuno nunca, ni siquiera el borracho de mi padre. Es más, dudaba que supieran hacerlo.

- Vaya, que sorpresa –dijo Michelle- muchas gracias.
- Buenos días –dije yo, que aún seguía medio dormida y bostecé. Michelle me dio un codazo para que les agradeciera yo también –ah, gracias.
Feinan se rió. Nos sentamos todos y empezamos a charlar.
- ¿Cómo tienes la mano? –me preguntó Feinan.
- Bien. No me duele, como ayer –le dije pero la verdad era que la tenía mucho mejor.
- Cabezota.
- Exagerado. –él se rió- no es para tanto.
- Después de que te curara…
- Antes de eso tampoco era para tanto.
- Si se infectaba sí.
- Pero eso no pasaría.
- Podría pasar.
Antes de que empezáramos a discutir de verdad, Kyle intervino.
- ¿A dónde iremos hoy?
Todos nos quedamos pensativos. A mí me gustaría andar por el pueblo porque estaban colocando los últimos detalles para la fiesta que se celebraba todos los años y también podíamos encontrar a ese tal “último elegido”. Pero Michelle dijo:
- Tenemos que comprar comida. En casa solo hay para dos y ahora somos cuatro.
- Michelle, no gastes el dinero en vano. –dije, para la sorpresa de todos.
- Reira, no creo que comprar comida sea gastar el dinero en vano –observó Kyle.

- En el pueblo solo venden verduras –expliqué- y ¡porque comprarlas pudiendo tenerlas gratis!
- ¡¿No hay carne?! –gritó alarmado Feinan- ¿enserio? –Kyle le pisó el pié.


- Solo para la realeza, como en todas partes. Para nosotros no hay nada. –informó Michelle. –excepto verdura y pasta. Lo más barato.
- Es verdad. Odio a la realeza. No sé qué se creen que son. Hasta dan latigazos por matar un miserable pájaro. Me dan asco. –dije cabreada pero sin levantar la voz.
Al oír aquello Feinan bajó la mirada. Él era un príncipe, por lo tanto era de la realeza, y no le sentó nada bien que yo dijera eso. Kyle se dio cuenta y decidió decir algo para que nosotras dejáramos de observarlo.
- ¿A qué viene eso del pájaro y los latigazos? –me preguntó.
- Una mala experiencia –dijo Michelle. – no fue el mejor día, ni la mejor ocurrencia.
- ¿Qué pasó? –quiso saber Feinan. Su voz sonó muy grave, casi no parecía él.

Michelle y yo intercambiamos una mirada y ella me hizo un gesto de afirmación diciéndome que lo contara yo. No me apetecía recordarlo pero no pasaba nada si le contábamos a ellos. No nos juzgarían por ello.
- Era un día nublado, pero hacía un calor insoportable –empecé a contar el relato- Mi hermano, Michelle y yo fuimos al bosque como es habitual, pero ese día llevamos un arco y una estaca con nosotros. Los llevamos porque dentro de poco tiempo pasarían por allí unos carros llenos de carne, pescado, joyas, dinero… para los reyes. Y claro, con tanto olor, vienen un montón de pájaros, por lo que pensamos matar uno para probar que tal sabe la carne. –Hice una pausa breve. Todos me miraban- Se acercaron un montón de gruses y mi hermano disparó una flecha. Se la clavó a uno y lo derribó, pero uno de los soldados lo vio y pensó que nosotros queríamos darle a él y no al pájaro. Entonces nos ataron con cadenas y nos metieron al carro para llevarnos al palacio y para que nos castigaran. –Michelle no podía oírlo más y se fue llorando a su cuarto. Era muy sensible y nunca olvidaría lo mal que lo pasó. Seguí contando- Aunque no me guste reconocerlo, estaba aterrorizada pero aún así nunca había visto tantas cosas caras. Era asombroso. Había comida como para todo el pueblo y no me podía creer que solo 5 personas comerían todo aquello. Pensé que todos los reyes y príncipes serían gordos, muy gordos. –recordar eso me hizo sonreír y Feinan y Kyle también rieron- Como estaba diciendo, llegamos al palacio y nos metieron en una mazmorra hasta que decidieran qué hacer con nosotros. Decidieron que estaría bien castigarnos dándonos unos latigazos, y eso hicieron con Michelle y conmigo –les enseñé la marca que tenía en el brazo- pero entonces descubrieron que mi hermano robó una moneda del carro.-me quedé un rato en silencio y se me llenaron los ojos de lágrimas- y lo mataron. ¡Lo mataron! ¡Solo tenía 16 años! ¡Castigaron a unos niños de 13 y 16 años! –grité, estaba furiosa- Tenemos suerte de estar vivas. Por eso digo que dan latigazos por matar un maldito pájaro.
Ellos se quedaron mudos. No sabían qué decir para que me sintiera mejor. En realidad, no había nada que me hiciera sentir mejor, excepto devolverme a mi hermano y eso era imposible.
- Lo siento –dijo Kyle.
- No pasa nada, tú no tienes la culpa. –le dije- Lo tienen esos asquerosos. La verdad es que me siento orgullosa de no pertenecer a la realeza.
Decir eso ya fue la gota que colmó el vaso para Feinan. Estaba ardiendo y sudoroso y Kyle no dejaba de mirarle.
- ¿Te apetece un vaso de agua? –le pregunté a Feinan.
- Muy amable por tu parte –me dijo con sarcasmo, fingiendo una de sus sonrisas, pero le salió fatal.

- No eres lo que se dice muy agradecido -le dije en broma.
- Eso es cuestión de opinión –tragó todo el agua de un solo trago.




Entonces apareció Michelle. Parecía que se encontraba mejor. No estaba llorando y ni se notaba que lo había hecho. Tenía su habitual alegría reflejada en la cara.
Al final decidimos dar una vuelta por el pueblo para que Kyle y Feinan lo viesen. Salimos a la calle y empezamos a andar. Kyle estuvo diciendo lo maravilloso que era todo, aunque solo fueran cosas normales y corrientes. Feinan se limitó a mirar alrededor y no decir nada.
De pronto apareció Jaden (mi ex novio) y me agarró del brazo. Yo me solté.

- ¿Qué quieres? -le pregunté mosqueada.
No es que estuviera enfadada con él, pero no solía estar acostumbrada a que me cogiera del brazo. Además, ya no me gustaba que lo hiciera, no era mi novio.
- ¿Por qué iba a querer algo? –dijo.
- Porque estoy segura de que sí.
- Vale, me has pillado. Quería saber si te gustaría venir conmigo a la fiesta, lo pasaremos mejor que el año pasado –me aseguró.
Yo no quería ir con él a la fiesta. Ya no me caía muy bien y me sorprendía que él quisiera ir conmigo.
- No es difícil pasarlo mejor que el año pasado –le dije- lo siento, pero le dije a Feinan que iría con él. –y le agarré del brazo. Jaden puso mala cara. -¿A que sí, Fein?


- ¿A sí?... Quiero decir, sí sí. –respondió él pillándolo desprevenido.
- Bueno… pues entonces… que lo paséis bien –fingió una sonrisa y se fue a paso rápido. Cuando vi que se alejó lo bastante, le solté el brazo a Feinan.
Michelle empezó a reír.
- ¿Quién era ese? –preguntó Kyle riéndose.
- Jaden, el ex novio de Reira –dijo Michelle. Yo miré al suelo, avergonzada y ellos se rieron.



- Pues entonces no tenemos más remedio de ir juntos a esa fiesta –soltó Feinan con su sonrisa tan especial.
- ¿Quién ha dicho que quiera ir? –contraataqué con otra sonrisa.
- ¿No quieres? –me preguntó un poco desilusionado.
- Si quiero. ¿Cómo no iba a querer? Es la única noche que puedo hacer lo que quiero.
- ¿Y qué es lo que quieres? –me preguntó Michelle extrañada por mi respuesta.

Escrito por: Seira Vela

Todos los derechos de autor reservados. Se prohiben copias, parciales o totales, de la historia. Tampoco adaptaciones.



viernes, 19 de septiembre de 2014

Menrila: Capitulo 2

Capitulo 2
Ellos aceptaron la invitación y fuimos a casa de Michelle. A mi seguía sin convencerme la idea y además, ahora tenía que dejarla sola con ellos porque tenía entrenamiento.
Mi primo Deif me entrenaba a diario con el arco. Al principio él se negaba a hacerlo pero le convencí diciéndole que si venía la guerra quería ser de utilidad y que así podría defenderme. Y era cierto. Si la guerra viniera a nuestro pueblo, no me quedaría de brazos cruzados solo porque era una chica.
Cogí el arco y me dirigía a la puerta hasta que Feinan me detuvo.

- ¿A dónde vas? –quiso saber. No era habitual ver una chica con arco así que se extrañó.
- A entrenarme.
- ¿Para qué?
- Para ser útil, o al menos, no ser inútil.
- No lo necesitas. Seguro que tú príncipe azul te protege. –dijo con una pícara sonrisa.
- No tengo príncipe azul. –y salí de la puerta.
No tenía ningún príncipe azul y tampoco lo necesitaba. Una vez, tuve un novio, pero no me entendía. Es que no se esforzaba siquiera. Y en las fiestas del pueblo, intentó besarme, pero eso fue todo. Lo intentó, pero no lo consiguió. Yo, en aquel año estaba coladita por él, hasta que me enteré de lo idiota que era. Desde aquel entonces, no ha vuelto a gustarme ningún chico.
Me dirigía al campo de entrenamiento y Feinan me seguía. Me paré en seco y me di la vuelta quedándome cara a cara con él.

- ¿Por qué me sigues? –le pregunté.
- Quiero ver lo buena que eres con el arco –y sonrió, otra vez.
Su sonrisa era irritante y encantadora, a la vez. Cuando llegamos, mi primo Deif estaba sentado encima de un tronco. Fuimos a donde estaba y lo saludamos.
- Hoy traes compañía eh –me dijo.
- Se puede decir que sí.
- Hola, soy Feinan. –se presentó.
- Yo soy Deif. ¿Sois novios, o algo por el estilo? –preguntó sonriente.

- ¡No! –dijimos ruborizándonos.
A Deif le encantaba hacerme rabiar y no echaba a perder ninguna oportunidad que se le presentaba.
Empezamos con el entrenamiento. Había cuatro dianas y debía clavar la flecha justo en el medio. Conseguí hacerlo en tres pero en el cuarto la clavé un poco más a la izquierda de lo que debería. Entonces Deif empezó a decirme que me tenía que concentrar más y que la cuerda debía de estar más tensa y cosas así… una chapa. Suspiré. Feinan no hacía más que reírse.
- Por hoy hemos terminado –anunció Deif- Tengo que decirte algo Rei –se lo veía preocupado.
Yo me quedé mirándolo.



- Me voy a Nilanda, me tengo que dirigir ahora mismo –nada más escuchar eso Feinan prestó atención y su mirada cambió a ser más triste- junto con muchos hombres más del pueblo. Vamos a prepararnos para la guerra.
- ¡¿Qué?! –dije alteradísima- ¡Tú no puedes ir! ¡Eres demasiado joven! –estaba tan furiosa que rompí una flecha con las manos.
- Aquí cuando cumples los 18 ya no eres joven.
- Pero no te puedes ir… -me deslicé en el tronco hasta quedarme sentada en el suelo con las rodillas atraídas hacia mí y la cabeza apoyada en ellas.
Me había hecho polvo. Después de Michelle era con quien más estaba y lo quería mucho. ¿Y si le pasaba algo? ¿Y si nunca volvía a verlo?
- No quiero irme Reira, pero no tengo otra opción –hizo una breve pausa y añadió con una sonrisa triste- mírame –le obedecí- volveré, no te preocupes.
Y lo abracé. Sería la última vez que lo veía durante mucho tiempo y le quería enseñar lo agradecida que estaba por todo lo que hizo por mí.



- Gracias Deif, por todo –tenía los ojos llenos de lágrimas y casi no podía ni hablar. Pero yo no lloraba delante de la gente y no pensaba hacerlo hoy. Pestañeé para secarme las lágrimas pero no funcionó. Luego añadí- Te echaré de menos, y mucho.
- Yo también. Además de ser mi prima eres una de los dos únicos amigos que tengo. Creo que debería irme a reunirme con los otros –informó tristemente- no te olvides de mí eh –dijo con su habitual sentido de humor.
- Jamás, te lo prometo.
Y se alejó. Mi único primo se iba. Uno de mis mejores amigos se iba. Se alejaba a donde mataron a la madre de Michelle. A ese sitio que nunca quise visitar. Al sitio de donde venía Feinan.
- No es un sitio tan malo… -quiso animarme Feinan pero yo estaba demasiado furiosa y a punto de llorar como para creérmelo.
- ¡Lo único que sé es que se ha ido! –grité y clavé con la mano una flecha en el árbol con todas mis fuerzas. La mano empezó a sangrarme pero no le hice caso. Me alejé corriendo de allí y me dirigí a casa de Michelle dejando a Feinan atrás.
Cuando llegué a su casa, me encerré en el cuarto de invitados y rompí a llorar. Me sentía fatal y tenía tanta rabia en mi interior que me daba ganas de destrozarlo todo. Había la posibilidad de que no volviera a verlo jamás, o peor aún, que muriera.



Pasó como unos segundos y escuché la puerta cerrarse. Feinan había venido corriendo detrás de mí y estaba casi sin aliento.
- Michelle, ¿Dónde está Reira?
- Déjala en paz por ahora. Te lo digo en serio. Cuando está así hay que esperar a que se calme y venga ella. No vayas a donde ella, por favor –le informó ella.
- ¡No es eso!... bueno ¡si es eso! Pero ¡tiene la mano sangrando! –gritó alterado.
El enfado todavía lo tenía conmigo pero ya había parado de llorar, así que decidí bajar. Cuando bajé las escaleras se me quedaron mirando, Kyle también estaba. Me sentía incómoda.
- ¿Tengo monos en la cara? –dije en broma pero seria.
- Rei, no seas tan dura contigo misma. –me sugirió Michelle.
- Tengo que serlo –me limité a decir. Y era la verdad. Si no era dura, nunca me tomarían enserio.
- No tienes porque –replicó Kyle- No hay nada malo en ello.
- Si no soy así, nunca me tomarán enserio. Siendo una chica, no tengo otra opción.
En el Reino Menrila, las chicas eran indefensas y no hacían más que limpiar la casa y criar sus hijos. Además, no podían hacer nada para cambiarlo. Pero yo pensaba remediar eso.
- Pues yo no puedo verte la mano así –dijo Feinan- ven.
- No me duele. Está bien. –intenté quitarle importancia, pero era cierto que me dolía, y bastante.
- Te digo que vengas –me dijo muy serio.



- Lo que tú digas. –y me acerque a donde estaba.
Me agarró el brazo y examinó la herida. Después se arrancó un trozo de su camiseta (que por cierto, ya estaba hecha añicos) y me envolvió la mano. Me dijo que no necesitaba darme puntos y que no hiciese tonterías con las flechas. No sé cómo, pero me hizo sonreír.
- ¿Cenamos? –preguntó Michelle.

- Yo no tengo mucha hambre, pero vale. –dije.
- ¡Yo estoy hambriento! –gritó Feinan.
- Después de dos días sin comer, normal. –añadió Kyle y nos sentamos todos en la mesa. – Michelle, gracias por tu hospitalidad.
- Oh, no es nada. Sin mis padres me siento muy sola.
Michelle era la persona más amable y humilde que conocía. Creo que por eso podía aguantarme.
Cenamos y luego charlamos un montón. Cada vez parecían más simpáticos, pero yo seguía con mi idea de que escondían algo.



Escrito por: Seira Vela

Todos los derechos de autor reservados. Se prohiben copias, parciales o totales, de la historia. Tampoco adaptaciones.