jueves, 24 de julio de 2014

Menrila: Capitulo 1

Como todos los días, estaba ayudando con las tareas de casa. No éramos ricos, tampoco pobres, pero en un pueblo como Segelia solo los de la nobleza vivían sin trabajar. Mientras trabajaba solía cantar canciones inventadas por mí misma. Me hacían sentir alegre. Tenía una amiga estupenda llamada Michelle con quién compartía un secreto muy gordo desde hacía poco tiempo y descubría lugares donde nadie iba. Michelle tenía el pelo de color rubio, con tirabuzones bastante largos. Sus ojos eran azules como el cielo y su piel era paliducha.
Esa tarde también vino a mi casa para ir a dar una vuelta por el bosque.
- Hola Rei –me saludó alegremente.
Yo también la saludé y dejé de plantar lechugas.
- Puedes hacer crecer las lechugas en un segundo. ¿Por qué no lo haces?
Y justo eso era el secreto que tenía. Hace dos semanas, fuimos al bosque como de costumbre. Allí, nos adentramos en una cueva donde había una flor radiante de color rojizo. Michelle me advirtió de que no me acercara, pero yo soy demasiado aventurera como para hacerle caso. Toqué la flor y noté que era muy suave. Para mi sorpresa, se marchito justo cuando aparté la mano de ella y luego empezó a arderme el corazón. Michelle dice que me desmallé pero yo solo recuerdo que me sentía especialmente unida con la naturaleza, con las plantas. Desde ese momento extraño, puedo dominar la naturaleza como me plazca y hacer crecer plantas de la nada.
- Porque mi madre se enteraría de que no es normal. Aunque me encantaría hacerlo. –le dije.
Entonces nos dirigimos hacia el bosque. El camino estaba hecho de piedras y arena. Como estábamos entrando en una guerra, por ellos pasaban carruajes que estaban preparándose. Me daban escalofríos con solo verlos y los sueños que tenía todas las noches no hacían solo que empeorar las cosas.
Soñaba que un guerrero de nuestra edad venía y que yo lo conocía. Entonces empezaba la pelea y él peleaba con el fuego que surgía de sus manos. Lo malo es que resultaba herido y luego me despertaba. Siempre era el mismo sueño.
- Rei, ¿hoy por dónde iremos? –me preguntó Michelle.
- No se… por donde te apetezca. Pero hoy, no sé porque, me gustaría ir por el camino que está al lado del lago.
- ¿Tienes otro de tus presentimientos?
Yo le sonreí. Seguimos andando y oí unas voces en el lago. Me agaché entre los arbustos y le tiré a Michelle de la mano para que ella también lo hiciera.
- ¿Qué pasa? –me preguntó ella extrañada.
- Sshh. Se oyen voces en el lago –le informé susurrando.
Levanté la cabeza para ver mejor quién rondaba por el lago. Había dos personas, dos chicos, jóvenes. Cada uno tenía su espada, eso me puso nerviosa. Decidí agudizar el oído y oír lo que decían.

- ¿Qué vamos a hacer ahora? No hemos encontrado al último elegido todavía y no creo que esté en este pueblo.
- Pues yo estoy seguro de que está aquí, lo puedo sentir. Está muy cerca.
Eso estaba claro, buscaban a alguien, a un tal “último elegido”.
- ¿Qué dicen? –me preguntó Michelle.
- Sshh –le hice para que se callara y seguir escuchándoles.
Junto con el poder de controlar las plantas, se me agudizó el oído un montón y escuchaba hasta el corazón de aquellos dos desconocidos. Seguí escuchándolos.
- Espero que lo encontremos pronto. Con su ayuda derrotaremos a los bárbaros.
Entonces Michelle me rozó el brazo y cuando me giré ya se había caído para atrás. Yo le hice un gesto para que se quedara allí.
- Sshh –dijo uno de los chicos- alguien nos espía.
Mierda, nos habían descubierto. Empezaron a mirar a todas partes. Si nos quedábamos allí nos encontrarían y si nos movíamos de allí con la intención de escapar, también. Decidí actuar.
Levanté las raíces de los árboles y las manejé hasta coger las dos espadas. Me hice con las espadas y ellos me vieron, pero no podían atacarme. Al menos eso pensaba yo. Le grité a Michelle que se situara detrás de mí y ella lo hizo.
- Es ella -le susurró uno de los chicos al otro con los ojos como platos (suponiendo que yo no lo oiría, claro).
- No digas nada, por el momento –le dijo el otro.
Se acercaron hacia nosotras observándonos desde la cabeza a los pies. Yo hice lo mismo y vi que eran bastante guapos.
- Hola, me llamo Feinan y él es Kyle. –se presentaron.
- Buenas tardes –dijo Kyle sin muchas ganas.
Feinan tenía el pelo negro, muy negro. Sus ojos eran verdes tan intensos como las esmeraldas y su piel era pálida e inmaculada. Para mi gusto era más guapo que Kyle.
Kyle tenía el pelo rubio y los ojos negros... ¿Con algo de azul? Era raro el color. Nunca había visto ese color tan extraño. Su piel estaba un poco bronceada, solo un poco, muy poco; tal vez era porque se situaba al lado de Feinan.
Eran muy distintos, como la noche y el día.
- Hola, soy Reira. –me presenté muy seria.

- Y yo Michelle. ¿Qué hacéis aquí? –quiso saber. Yo le lancé una mirada… No me parecía adecuado hablar con ellos, no los conocíamos.
Feinan le dijo a Kyle que le dejara explicar a él.
- Estamos preparándonos para la guerra. Yo soy de Nilanda y él es de Fandeira, somos compañeros. Quiero decir, tenemos el mismo enemigo, como vosotras. –se explicó.- ¿podrías devolvernos las espadas?
- Espera. –dije con intención de asegurarme- No hasta que nos digáis la verdad.
- Os hemos dicho la verdad –replicó Kyle.
- Pero no toda la verdad, ¿No es cierto? –contraataqué.
- Cierto. –dijo Feinan con una amplia sonrisa. Tenía una sonrisa asombrosa, pero no era el momento de pensar aquello- Muy lista – me alagó.
Sabía perfectamente que me escondían algo. Vinieron en busca de alguien y no solo porque estaban preparándose para la guerra.
- Sé que estáis buscando a un tal “último elegido” y que pensáis que está aquí, en este pueblo –les hice saber- ¿Para qué lo necesitáis?
- ¿Cómo sabes eso? –me preguntó Kyle con un tono de nerviosismo en su voz.

- Porque os ha oído. –intervino Michelle.
- Eso es imposible, quiero decir, estábamos demasiado lejos como para hacerlo.
- No es imposible. –contraatacó Michelle- Cuando encontró aquella flor extraña, se le agudizó el… -la interrumpí. No me hacía gracia que le contase lo ocurrido en aquella cueva a unos desconocidos extraños como aquellos.
- Solo porque puedo hacerlo, y ya está. –no quise darles más explicaciones- Entonces contadnos la verdad, si queréis que os ayudemos en algo.
A Feinan se le dibujo una sonrisa torcida en la cara (muy seductora, por cierto) pero a Kyle no le parecía que le hiciera mucha gracia.
- Vale, si queréis la verdad tendréis la verdad –nos aseguró Feinan- pero prometedme que lo mantendréis en secreto. Si no, podríamos perder la guerra, ¿entendido? –y su sonrisa se esfumó. Eso significó para mí que hablaba en serio. Kyle miró para el otro lado, estaba inquieto.
- Entendido. –dijimos nosotras muy seguras.
Hizo una pausa antes de contárnoslo.
- Será mejor que nos sentemos –advirtió Kyle- va para largo.
- Tenemos tiempo -aseguré.
Nos sentamos cerca del lago, donde estaban sus trastos. Yo todavía seguía con las espadas y como soy un poco torpe me hice un arañazo. (No era nada profundo pero empezó a sangrarme).
- Ten cuidado Reira –me dijo Feinan- será mejor que nos las devuelvas.
- No, todavía no.
- ¿Sabes? Eres un poco cabezota. –me afirmó y luego se echó a reír.
- ¿Un poco? No parará hasta que consiga lo que quiere –añadió Michelle.
- Um…Me gusta –dijo Feinan para sus adentros. Nadie se enteró excepto yo.
- ¿Qué es lo que te gusta? –quise saber.
- Oh… na…nada -tartamudeó- no oigas lo que no te digan a ti. –me dijo con otra de sus sonrisas.
Nos sentamos para hablar de lo que vinieron a hacer, pero todavía no habían dicho nada sobre ello. Como Feinan no tenía intenciones de empezar a contarlo él, se encargó Kyle de hacerlo.
- Mirad. Hemos venido desde muy lejos, yo de Fandeira y Fein de Nilanda para encontrar al último elegido y hemos pensado acampar aquí por hoy. A sido un viaje muuuuy largo así que no pensábamos bajar al pueblo hasta mañana.
- Mañana empezaremos a buscarlo. –añadió Feinan. Kyle le miró perplejo.
Estuvimos un rato en un silencio incómodo que yo aproveché para curarme la herida y Kyle bebió un trago de su cantimplora.
- Si queréis, repito, solo si queréis, podéis vivir unos días en mi casa en vez de en el bosque. Mi padre se ha ido al campamento de guerra de Fandeira y estoy sola en casa. Además Reira me va a hacer compañía durante unos meses. –dijo Michelle.
- ¡Pero si no los conoces! –grité asombrada.
- Han venido a ayudar en la guerra y no tienen donde dormir. Me gustaría ayudarles.
Yo me quedé callada. Era su casa, así que ella vería a quién invitaba. No me parecían chicos malos, pero sabía que nos escondían algo. Me prometí a mí misma averiguarlo.




Escrito por: Seira Vela

Todos los derechos de autor reservados. Se prohiben copias, parciales o totales, de la historia. Tampoco adaptaciones.

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